¿Cómo afrontar la nueva realidad?
BeatrIz Garvía, psicóloga clínica y experta en psicología de DOWN ESPAÑA
Cómo afrontar la nueva realidad
Estamos viviendo una situación sin precedentes a nivel mundial (exceptuando la llamada gripe española de hace 100 años) y nos afecta A TODOS tanto emocionalmente como en nuestra manera de relacionarnos y en nuestro comportamiento: estamos temerosos y el aislamiento, la falta de contacto, las noticias diarias negativas y el miedo a la pérdida están modificando nuestras costumbres, nuestras emociones y nuestra vida. También la Covid 19 está midiendo nuestra paciencia. Llevamos mucho tiempo soportando esta tensión y, actualmente, las expectativas no son de mejora ni de que esta situación vaya a finalizar pronto.
La nueva normalidad ha resultado no ser nada normal: mascarillas, distanciamiento social, lavado constante de manos, falta de besos y abrazos, teletrabajo…todo nuevo y todo diferente. Y de fondo, el miedo al contagio de una enfermedad que unos pasan sin apenas síntomas y otros se mueren por el camino. Por eso, más que normalidad, vamos a llamarla nueva realidad.
Esta nueva realidad nos está produciendo reacciones emocionales diversas: ansiedad, frustración, soledad, aburrimiento, pensamientos recurrentes y un aumento de comportamientos obsesivos (lavado de manos, de ropa, evitar contactos...). Sin embargo, mi percepción es que, en general, las personas con síndrome de Down están manteniendo un buen estado mental y una buena capacidad de adaptarse a esta realidad. Es posible que, cuando la pandemia acabe, no haya grandes consecuencias psicológicas a largo plazo. Con todo, algunas personas pueden desarrollar miedo a enfermar, hipocondría, trastorno por estrés postraumático (sobre todo si han perdido a algún familiar o si la situación económica de la familia se ha visto afectada) o compulsiones (lavado reiterado de manos y otros rituales).
Para preservar la salud mental debemos poner mucho interés en que las personas con síndrome de Down no pierdan habilidades o hábitos que tenían asumidos. Estar más tiempo en casa y relajar las costumbres no ayuda a mantener las habilidades conseguidas. Recordemos también que, para favorecer el bienestar emocional, la información es fundamental. Debemos mantener a la persona con síndrome de Down informada, tenga la edad que tenga, escuchar su opinión, sus preocupaciones y poderlas compartir sin quitar ni poner importancia a lo que dicen. ¿Qué saben del coronavirus las personas con síndrome de Down? ¿Qué sienten? ¿Qué opinan? La clave es escuchar y no adelantarnos ni suponer que sabemos lo que nuestro familiar siente.
¿Qué podemos hacer?
-Organizar actividades enfocadas al mantenimiento de hábitos o a la adquisición de nuevas costumbres: podemos aprovechar para enseñarles o afianzar los aprendizajes de las actividades de la vida diaria, como el aseo personal (la ducha), la elección de la ropa o cocinar. Adquirir autonomía mejora la autoestima.
-Pedirles ayuda: La persona con SD es siempre objeto de ayuda. Sin embargo, a todos nos gusta ayudar y sentirnos útiles. Sentirse útil mejora la autoestima.
-Participar. Participar es dar la opción al otro de que haga algo. Requiere confianza y paciencia. Veamos sus fortalezas. Fomentar las fortalezas va a mejorar su autoestima.
-Practicar actividad física regular. La actividad física y el ejercicio son una excelente combinación para reducir la ansiedad y mejorar el estado de salud
También podemos realizar muchas actividades que son entretenidas y ayudan a mantener los conocimientos: elaborando una receta de cocina, por ejemplo, se practican las matemáticas (cantidades), la lectura (de la receta) la estimulación sensorial con las distintas texturas de las materias primas, etc. También con los juegos de mesa (por ejemplo, el parchís) se practican las matemáticas (al contar las casillas), los mecanismos de espera (se juega cuando toca el turno), la tolerancia a la frustración (si se pierde). Cantando se trabajan la lectura y la memoria, Conectándonos con los demás se potencia el contacto social a través de las redes sociales y del teléfono, se evita el aislamiento psicológico y se mejora el manejo de las nuevas tecnologías. Establecer unas horas concretas del día en las que realizar estos encuentros sociales favorece el bienestar emocional.
Con todo, vamos a tener momentos en los que nos sintamos tristes, irritables, ansiosos asustados o cansados de la situación. Estos sentimientos pueden alterar la conducta, el comportamiento o el estado de ánimo. Pueden aparecer problemas de concentración, cambios en el apetito o de humor, dolores y molestias corporales, o dificultad para dormir. Si esto ocurre, no hay que dudar en consultar y pedir ayuda.
Para acabar, recordar que las personas con síndrome de Down tienen capacidades, resiliencia, se saben adaptar y, en situaciones tan difíciles como ésta, en la están respondiendo, en general, de manera adecuada.
Beatriz Garvía
Psicóloga clínica
Experta en discapacidad intelectual