El ejercicio de la autonomía personal durante las vacaciones


Pep Ruf, pedadogo y coordinador de Red Nacional de Vida Independiente de DOWN ESPAÑA

Este no va ser un verano normal, lo sabemos. La evolución de la situación sanitaria, el progreso de la campaña de vacunación y los cambios constantes en las medidas de seguridad o restricciones, perpetúan esa sensación de precaución e incertidumbre con la que llevamos tiempo conviviendo.

Ante esta inestabilidad, debemos garantizar que las personas con síndrome de Down u otras discapacidades intelectuales, dispongan de la información y el acompañamiento necesarios para comprender todos los cambios que se producen e ir reajustando sus proyectos de vida. Se trata de garantizar el derecho a una información accesible y de disponer de los apoyos que faciliten la adaptación de nuestro funcionamiento al contexto en el que vivimos y preservar derechos inherentes a la plena ciudadanía.

 Todos necesitamos unas merecidas vacaciones estivales para descansar, cambiar de rutinas y disfrutar de todo aquello que nos permite desconectar o recargar las pilas.

 Aún más si tenemos en cuenta que durante este año, muchas personas han tenido que gestionar: pérdidas de puestos de trabajo temporales o definitivas, cancelación de actividades que realizaban habitualmente, limitaciones de los contactos y actividades sociales, aprendizaje en el manejo de nuevas tecnologías y entornos virtuales, distintas incidencias en sus unidades de convivencia y otros factores que están teniendo claras repercusiones en la calidad de vida. 

Nos sobran las razones para poner el valor el merecido descanso que todos necesitamos, también el de estas personas. La inclusión social implica acceder a unas condiciones de vida que proporcionan múltiples oportunidades de participación, pero a la vez supone tener que gestionar todos los  requerimientos y exigencias que esta vida suponen.

Tampoco olvidemos que este año, por distintas circunstancias, algunas personas no podrán permitirse las vacaciones deseadas, ni ta solo unas vacaciones. En estos casos, deberían preservarse aquellos espacios y tiempo donde disfrutar de actividades motivacionales, preferentemente  compartidas con otras personas.  Es importante procurar el máximo bienestar emocional y físico en momentos de dificultad como los que estamos viviendo.

Afortunadamente, tenemos la experiencia del verano pasado en el que aprendimos a disfrutar de planes estivales adaptados a una situación de post-confinamiento. La situación de este año es distinta ya que disponemos de aprendizajes y recursos que facilitan el que podamos planificar como vamos a disfrutar de nuestras vacaciones con mayor previsión y conocimiento.

Vacaciones es sinónimo de tiempo libre y este se define com el tiempo que dedicamos a las actividades que no se corresponden al trabajo habitual, ni otras tareas u obligaciones esenciales de la vida diaria. Por lo tanto, nos referimos al disfrute de aquellas actividades que tienen una función recreativa y placentera, incluido el no hacer nada. Detengámonos un momento en esto último; resulta habitual que algunas personas con discapacidad tengan agendas repletas de actividades sugeridas o impuestas por terceros. Es lógico querer prevenir la inactividad o fomentar el desarrollo personal, pero debemos respetar los tiempos personales y las motivaciones de cada uno. No hacerlo implica un tipo de sobreprotección que impide aprender a autorregularse.

 Las vacaciones, a diferencia de los días festivos o fines de semana, aumentan las posibilidades de conocer lugares, disfrutar de nuestras relaciones personales (familia, amigos, pareja, etc), cultivar nuevas relaciones, experimentar otros contextos de participación social, etc.

Todas estas oportunidades favorecen el desarrollo de habilidades adaptativas para organizarse uno mismo, decidiendo qué hacer, cuándo, cómo, con quién … es decir, vivenciando la autodeterminación.

Si las vacaciones implican romper con la rutina de la vida diaria, asegurémonos de que estas personas tienen la ocasión de variar también sus hábitos y entornos habituales. Empezando por alternar sus unidades de convivencia. Por ejemplo, para las personas que conviven con sus familias de orígen, tener la ocasión de hacer planes vacacionales con otras personas (amigos, pareja, vecinos, compañeros de trabajo, etc) es sinónimo de nuevas experiencias, estilos de relación o entornos en los que aprender a manejarse. Para las personas que ya se emanciparon de sus familias la experiencia puede ser inversa, recuperar unos días de convivencia familiar en un viaje o una segunda residencia permite comprobar cómo hemos cambiado y aprender a relacionarnos de otra manera.

El cambio de aires en las vacaciones es también una excelente oportunidad para poner en práctica la generalización de muchas habilidades de autonomía personal en nuevos contextos: orientarse en un pueblo, una ciudad o un país nuevos, conocer un mercado distinto donde hacer la compra, aprender desplazamientos que no son los habituales, gestionar la vida doméstica en un apartamento o una casa distinta a la propia, adaptar horarios de comidas, sueño u otros hábitos, gestionar un presupuesto y gastos distintos a los habituales (las vacaciones cuestan dinero y conllevan tentaciones), aprender a relacionarse con desconocidos, practicar un idioma, explorar y descubrir alicientes de donde estamos, etc.

Es obvio, el sin fin de oportunidades de aprendizaje que proporcionan todas estas situaciones pero no olvidemos que el propósito de las vacaciones es el disfrute personal. Este disfrute tiene un requisito primordial: el ejercicio de la autonomía personal que conlleva planificar y administrar el propio tiempo libre. Las mejores vacaciones son las que me proporcionan experiencias placenteras que he pensado, deseado, planificado y decido. Con las personas con las que me apetece pasar mi tiempo libre, en las cosas que quiera hacer, como y donde yo decida, llegando a acuerdos con mis acompañantes y atendiendo a condicionantes ajenos inevitables, pero sin imposiciones. Las mejores vacaciones son unas vacaciones propias y todos tenemos unas en la cabeza.

Seguro que este año, sufriremos limitaciones a la hora de hacer planes vacacionales pero intentemos preservar el máximo alcance posible. Seremos prudentes ante la situación, respetaremos las restricciones que se determinen, mantendremos en todo momento las medidas de seguridad pero procuraremos encontrar todas las maneras posibles de disfrutar nuestro tiempo libre. Todos nosotros.

 Pep Ruf Aixàs, coordinador de la red Nacional de Vida Independiente


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